Buscar las piedras en las canteras y en la naturaleza… ¡qué placer! Miro a través de ellas, escruto en su interior y busco en sus entrañas la idea que anida en mi cabeza; momentos trágicos; pero…¡qué maravilla! mi idea está, sólo tengo que plasmarla. Esos momentos son únicos e irrepetibles, nacen y mueren con cada obra.
Todas las piedras pueden enamorarme, algunas ya lo han hecho. Como a cualquier escultor me gusta el mármol de Carrara, de Macael, los travertinos claros y los mármoles negros de Bélgica y el de Calatorao, pero mis predilecciones van por algunas piedras que apenas se trabajan en escultura, bien porque no abundan o bien por que su dureza las hace difíciles. Esas piedras son los pórfidos -de colores rojos, violáceos e incluso verdes- y las piedras que yo llamo “del barranco de las Acemas” de un verde hipnotizante.